El poder de las historias
“Al reducirse nuestra fe en las ideologías tradicionales -la filosofía, las ciencias, la religión… -, nos dirigimos hacia la fuente en la que todavía creemos: el arte de contar historias”
-Robert McKee
Era agosto del 2015 cuando empezó el curso de guionismo, impartido por el profesor Everest Landa, en Graco Training Lab. Y esa primera clase, fue una de las mejores que he tenido en mi vida. No solamente por el adiestramiento sobre el oficio del guion, el cual también fue magnifico. Si no por la gran enseñanza de que, queramos o no, nuestras historias esconden un mensaje.
Te puede interesar: Cómo escribir una buena historia y no morir en el intento
Hasta ese entonces creía que lo que me apasionaba, a lo que quería dedicarle toda mi vida, era simplemente un mero entretenimiento. Un escape de la vida. Y fueron enseñanzas como esa, y frases como la que estoy citando al principio, las que me hicieron entender que es todo lo contrario. Nada te adentra más en la vida, nada te mantiene más despierto, que una buena historia bien narrada.
Seguro te ha pasado que saliendo de una película te sientes más motivado, indestructible, con ganas de comerte al mundo a bocados. O sales meditabundo, más agradecido con la vida, con ganas de abrazar a tantos extraños como puedas. Tal vez un programa de tu infancia fue el desencadenante para que quisieras dedicarte a la escritura. Tal vez una historia que escuchaste hoy, en la radio, te disuadió de tomar alguna decisión.
10 años atrás, Scott Harrison se propuso dedicar su vida entera a resolver la crisis del agua. Desde ese entonces, 1.18 millones de personas que antes no contaban con agua potable, ahora la tienen. ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo logró que las personas que normalmente desconfían de las caridades se interesaran por esta causa? Ustedes lo adivinaron, con el poder de las historias.
El mensaje era el mismo: “dona para que podamos ayudar a personas con necesidad”. Un mensaje poderoso por sí mismo, pero la manera que él escogió para codificarlo fue lo que le dio esta presencia ante la sociedad. Le mostró al mundo el rostro de personas específicas a las que tenía el poder de ayudar, le habló acerca de sus vidas, de sus sueños y de sus esperanzas. Nos contó su historia. Podemos no creer en estadística, en cifras y datos. 663 millones de personas sin agua potable no nos dice nada. Pero aún creemos en las historias.
Tal vez no vayamos a resolver la crisis del agua, quizá ni siquiera vayamos a codificar algún mensaje de indiscutible trascendencia social, pero lo que si debemos de tener por seguro es que nuestro trabajo no es insignificante, y si lo hacemos de corazón, ayudará a más de uno a encontrarse entre esta mezcolanza de sentimientos humanos.
Cito al pintor francés Georges Braque: “Así como el jarrón da forma al vacío, el sonido da forma al silencio” Y lo completo diciendo: y las historias, a la realidad.
Por: David Ricardo Vázquez García
Síguenos en: @Filmadores