Envidias, Sectas y Elitismo: La “comunidad” cinematográfica en México

por Film19

Envidias, Sectas y Elitismo: La “comunidad” cinematográfica en México

El caso de las actrices mexicanas contra Yalitza Aparicio no es, ni de cerca, un caso aislado. Esta “comunidad” se caracteriza por excluir a quienes no se ajustan a los estándares (físicos, creativos, ideológicos o de comportamiento) que ellos mismos imponen.

Aunque sea un tema incómodo, tenemos que hablar de ello.

Envidias

Una amiga me contó hace poco que a raíz de ganar un premio, una persona, a quien consideraba amiga y colega, empezó a ser agresiva con ella, hasta que por fin, la susodicha confesó: “Perdón, pero me dio coraje que tú ganaras y yo no”

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Esa confesión venía de una personalidad “respetable” en el medio, la cual activamente emprendió hostilidades contra una persona que empieza su carrera. Esto me lleva a pensar lo siguiente: si se comportó de esa manera con alguien cercano, ¿qué no hará contra alguien que no goza de sus simpatías?

En este medio se manejan muchos egos, es cierto, también es cierto que no somos moneditas de oro y que algunas personas harán coraje cuando ganemos, es natural, te apuesto que a ti también te molesta que alguien que te cae mal triunfe. 

El problema radica en que ese sentimiento se transforma en actitudes nocivas para las personas de la comunidad, sobre todo las más vulnerables, es decir, las personas que van empezando o que no tienen el favor o simpatías de alguien en el medio. Salen a relucir chismes, habladas en lo oscurito y una bola de injurias que, aunque usted no lo crea, puedan mermar la reputación de una persona y perjudicarle aún más su sendero profesional.

Si creen que estoy exagerando dense una vuelta por cualquier evento de clausura de un festival de cine o evento cinematográfico. Lejos de celebrar los éxitos, hacer contactos o pasar un tiempo recreativo con colegas del gremio, aquello parece una emisión de Ventaneando.

Sectas

Todos los sectores del gremio tienen una o varias historias de cómo los demás no reconocen ni valoran la importancia de su trabajo. Al no tener una industria sólida y 100% profesionalizada (y aún teniéndola) es común que se cometan omisiones y exista falta de reconocimiento hacia ciertos grupos.

En un medio tan poco regulado como el nuestro, sin sindicatos u organizaciones sólidas que respalden a los trabajadores, es común que estas actitudes pasen de “una descortesía” a un abuso laboral más grave.

Por ello, es natural que la gente busque a sus pares, que se unan para organizarse y defenderse entre ellos mismos. Hasta ahí, todo bien.

El problema radica en que en nuestra “comunidad” estas dinámicas de asociación terminan convirtiéndose en sectas, en donde si no perteneces al clan, compartes su ideología artística, creativa y hasta política o simplemente no les caes bien, te excluyen.

Pongo dos ejemplos:

Conozco a un crítico de cine, un tipo realmente talentoso que tiene una cultura cinematográfica que la mayoría de nosotros quisiera tener, que ha sido excluido de muchísimas revistas y medios cinematográficos por sus opiniones conservadoras, poniendo en riesgo su sustento de vida.

Sinceramente no comparto muchas de sus opiniones, me he aventado varios rounds durísimos con él sobre política, pero ese crítico nunca ha insultado directamente a nadie, nunca se ha propasado con ninguna colega, simplemente es conservador y, sin embargo, no tiene trabajo porque su ideología no va con la ideología del gremio.

El otro caso es personal, durante casi siete años de mi vida me dediqué activamente a una asociación que se dedicaba a apoyar a guionistas mexicanos, el día que anuncié que fundaba Filmadores, varios de esos guionistas, con los que colaboré durante años, simplemente me dieron unfollow o dejaron de contestar mis mensajes. Así, sin más, como ya no me dedico exclusivamente al gremio del guion, ya no pertenezco a la secta, ya no soy bienvenido. 

Elitismo

La comunidad cinematográfica y cultural de este país se ha caracterizado siempre por su elitismo, todos sabemos que es un grupo el que controla la creación y administración pública de la cultura mexicana, que designa a quién y cómo se le dan los recursos para hacer y (en nuestro caso) exhibir cine y/o crear proyectos cinematográficos alternos de cualquier índole.

Esos cineastas desdeñan el cine popular, lo ven para abajo, como si hacer una película pensada para el gran público fuera un pecado, como si hacer cine para generar industria fuera un atentado contra el séptimo arte. Ellos creen imposible que exista otro tipo de cine fuera del que se ajusta a sus cánones creativos.

Me ha tocado escuchar de viva voz a gente en el gremio que dice: “El proyecto es bueno pero es cine de terror, por eso no le dimos el apoyo”

Está bien que todos tengamos una visión propia del cine, que un tipo de cine sea más valioso para nosotros que aquel otro, que un tipo de películas nos mueva y signifique más que cualquier otro. No hay nada de malo en ello, el problema viene cuando queremos imponer nuestra visión a todos los demás y, desgraciadamente, esa élite, la que da recursos, apoyos y becas, lo hace.

Sus “buenas intenciones”, esas de enseñarle al “pueblo” lo que es el verdadero arte (sí, así de condescendientes son, no se hagan) se traducen en imposiciones que sólo benefician a unos cuantos, generalmente a amigos que comparten su visión de lo que se debe producir para nuestras pantallas.

Desdeñando así, de un plumazo, cualquier expresión cultural que no se ajuste a sus finos paladares.

Ahí tienen el caso del director de la Cineteca Nacional contra El Santo, como ejemplo.

Lo grave aquí es que se está coartando la libertad de expresión de generaciones enteras de cineastas que quieren hacer las cosas diferentes; que se genera la idea clasista de que una expresión cultural, si no viene aprobada por los que sí saben de arte, no tiene valor; esto provoca la idea de que sólo el arte fifí es el que vale.

Y de paso, esas actitudes alejan a la gran mayoría de la población de nuestras salas, esa mayoría que no se siente identificada con nuestros cortos en blanco y negro que buscan emular a Bergman.

Podría estar hablando de esto mil años más, las discriminaciones van de todos hacia todos, unas más graves y unas francamente ridículas, que si eres de tal o cual escuela, que si eres crítico o youtuber, que si eres productor o director, todos, absolutamente todos en el gremio, hemos recurrido al menos a alguna de estas actitudes.

Antes de seguir juzgando a las actrices que no quieren que Yalitza les arrebate el Ariel (no dudo ni tantito que exista ese grupo), vamos a juzgarnos a nosotros mismos. Creo, sinceramente, que es momento de que los de abajo, los más jóvenes, los que estamos empezando, les demos una lección a los de arriba y comencemos a formar una comunidad real, que se apoye, se proteja y trabaje junta, en vez de estar poniéndonos el pie.

¡El futuro es hoy, ¿oíste, viejo?!

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